martes, 28 de enero de 2014

Cinco meses y no me acostumbro


Autora : Doris Sánchez
 
Solo abrir los ojos, he sentido un fuerte dolor que oprimía mi pecho y entendí  que me estaba faltando algo más que lo necesario para cubrir mis necesidades materiales, hoy se cumplen cinco meses de tu viaje antes anunciado, marchaste  de este mundo y no me he podido acostumbrar a tu ausencia, debería existir un manual   de instrucciones para aprender  a recuperar la vida después de una dolorosa partida como lo ha sido  la tuya, el tener que dejarte ir sin  hacer más que desearte lo mejor aquí o en otro lugar donde estés.
El corazón no puede hablar pero se comunica  con muy claro lenguaje con las lágrimas que brotan de nuestros ojos para demostrar el inmenso dolor que en él se alberga.  Una madre no  ausenta por  cualquier cosa  y cuando lo hace,  sobradas razones tendrá,  en tu caso no hiciste más que atender  a un llamado del cielo que no te dejaba  más  alternativa que obedecer en respeto a las leyes de la vida.
Fuiste y siempre serás mi primer pensamiento, mi orgullo y admiración, mi ejemplo y no creas que he pasado de tus consejos al contrario, en tu memoria trato de cada día parecerme más a ti  aunque con poco éxito, porque me demostraste una valía indescriptible que ha servido incluso de tema para muchos de mis artículos publicados.  Siempre te amaré madre y espero un día volverte a abrazar  y contarte cosas  que sucedieran en mi vida después de tu partida, porque de antes de ello  poca cosa se me habría olvidado.
cinco  meses  han pasado y parece que fuera ayer cuando he tenido que afrontar esa terrible angustia que nos deja el perder a una madre,  de seguro estarás muy bien y me alegra bastante porque eso me invita a luchar por seguir adelante imaginando que desde arriba observas todos mis pasos y deseo estés orgullosa de mi o que al menos me comprendas, echo de menos tus palabras de motivación, de invitación a seguir adelante sin desmayar,  el reproche te acompañó para dirigir nuestros caminos cuando  niños pero ya de adultos dabas consejos siempre con amor  y eso lo añoro hoy más que nunca.  ¡Bendición mami!

martes, 21 de enero de 2014

A fuego lento


Autora : Doris Sánchez

La arepa se cocina a fuego lento, candela arriba, candela abajo,  todo moderado  y con mucha paciencia, recuerdo a mi madre cuando se enfrascaba en ese rayar de batatas, preparando amorosamente esa mezcla  (con leche, vainilla, azúcar,  pisca de sal, punto de sal, mantequilla,  y no recuerdo más,  es una pena) que luego ponía en el anafe  cuidando que no se quemara, el truco era poner poco carbón pero nunca dejarlo apagar porque la obra maestra quedaría a medio hacer, cuidaba con esmero que no se pegara y lograba esa capa tan suave.  Todos esperábamos el momento de arrancar a degustar, como los atletas  en la competición,  si no se acababa ese día, al siguiente con toda seguridad que sí, ella primero sacaba los trozos a regalar, las tías y primos, algún que otro vecino, es que el aroma se expandía por todo el barrio y la gente sin querer sabía que algo rico estaba por llegar.  A juego lento se cuece la vida, los sueños y las esperanzas,  las metas por cumplir sabiendo de hoy pero no del mañana, pasando hojas del calendario hasta enterarnos que el año tiene 365 días para que cada cual prepare su agenda personal.  Mi mayor deseo es   que su alma descanse en paz,  y que  su  ejemplo me motive a plasmarlo en hechos reales  que me abran  puertas y guíen  por el camino correcto, que si me desvío me llegue su aviso para rectificar,  y la esperanza de volver a verla cuando así Dios lo permita.
Las madres son algo muy especial, valoramos todo al mínimo detalle,  y  no se nos escapa nada  porque sin necesidad de apuntes  en  la agenda somos tan capaces de memorizar todo, más allá de la lista de la compra en el supermercado.  La vida física no es eterna y las madres deberían estar siempre a nuestro lado, a mi mente llegan tantas cosas  que antes debí  preguntarle, me gustaría levantar el teléfono y volver a pedirle sus recetas de cocina, sus bordados en punto de cruz, que me recordara el secreto para que el arroz quedara perfecto, esas arepas  que hacía como nadie y cuyas recetas mil veces intentó  sin éxito enseñarnos para cuando ella faltara, pero la juventud invitaba a otras cosas más divertidas.  Ahora comprendo que no se puede y a veces igual cuando me acuesto tarde me parece escucharla decirme Doris vete a acostar que es tarde.  Ella vigilaba todo su entorno antes que cuidarse a sí misma, todavía en estado de salud delicada seguía vigilante del bienestar de los demás. Esas llamadas en fechas puntuales, cumpleaños, día de las madres, año nuevo, con esa infinidad de bendiciones  y consejos que solían salir de su boca, con toda seguridad estarán cayendo desde el cielo lluvioso de Galicia para bendecir mi vida y lo agradezco porque mucho lo necesito, hechos  tan importantes solo ocurren una vez en la vida y hay que vivir con ello, aceptarlo y respetarlo porque no es más que la voluntad de Dios y Dios sabe lo que hace y porqué lo hace.
Con mucha frecuencia  me gustaría imaginarme a su lado allá donde ella esté,  me parece verla con su gran sonrisa  eso sí, cuando se enfadaba  había que abrirle paso porque hasta eso le quedaba genial.   El tiempo pasa y no nos queda otra cosa que avanzar en la vida  para seguir demostrando una gallardía  a veces imaginada,  honrar la memoria de nuestros difuntos es bueno siempre y cuando aprendamos a reconocer que ha partido con el Señor, pero que desde allí nos protege y velará nuestros días con sus noches.  Parece mentira,  siento que detrás de mis espalda hay un ángel que me cuida,  ya no puedo verla ni escuchar su dulce y comprensiva voz pero me la imagino, ella me impregna de fortaleza y  no deseo defraudarla por ello  cada día de mi vida intento recuperar aquellos valores dormidos, seguir practicando su ejemplo y manteniendo sobre todo la dignidad de mujer, me encantaría ser como ella así de fuerte e ingeniosa capaz de multiplicar las cosas como hizo Jesús con los panes y los peces.   Antes, cuando alguien perdía a su padre o madre sentía tanta pena,  y me apena reconocer que son huérfana de padre y madre, eso no le pasa a todo el mundo pero todo  es el comienzo y el fin, con amor nos reciben al llegar a este mundo y con lágrimas hemos de despedir a los que cambian de domicilio  hacia un destino desconocido. El 28 de este mes de enero se cumplirán  5 meses de su ausencia y todo  de ella sigue tan fresco en mi memoria, no puedo ni quiero evitarlo.
Qué habrá del otro lado siempre será mi interrogante,  me lo imagino tan hermoso como me lo enseñaron, con grandes y bien cuidados jardines llenos de un césped muy verde y muchas flores, con  música de flauta y trompetas de fondo y ángeles por todos lados, me lo imagino así como la pasada mejor vida de los jubilados españoles nada que ver con la situación actual, algo hermoso,   y deseable, con mucha paz  y montón de niños corriendo entre risas de un lado al otro,  los cuadros que desde niña he visto en las iglesias católicas y centros religiosos, en libros y revistas, en museos  y libros religiosos coinciden en ello, por eso  sigo pensando que allí  no habrá preocupaciones de ningún tipo porque será parecido al  Jardín del Edén donde Dios habilitó un mundo maravilloso para Adán y Eva donde no les faltaría de nada porque tenían todas sus necesidades suplidas, y  que por lo visto lo echaron a perder y todo se fue al trasto. 
No soy nadie para dar consejo incluso creo que la más necesitada de ellos soy yo, pero me gustaría que a otros no le sucediera ni igual ni parecido que a mí, disfruten de sus madres, pasen con ella el tiempo que  se pueda, háganla sentir parte de sus vidas y sobre todo denle amor porque sinceramente, hasta hace poco alcanzo a entender la importancia del afecto familiar, si pudiera volver al pasado de seguro rectificaría muchas cosas pero ya no puedo, si puedes hacerlo no lo dudes ni un instante porque luego te hará tanta falta como hoy  a mí.
Nota: Me está costando mucho mantener este blog, cada letra que tecleo en el ordenador se hace borrosa porque  nada más empezar a escribir es una invitación a llorar,  y a mi madre eso de seguro que nada le gustará, ojalá lo pueda continuar.